Mérida, 1965
La fotografía forma parte de mi vida desde niña. Mi padre era uno de esos aficionados de otros tiempos que aprendieron con cursos por correo y fascículos especializados, que dedicaban horas entregados a su afición con la seriedad que es indispensable para el juego y el placer. Pasé gran parte de mi niñez en el cuarto oscuro y es, ahora, el único lugar que considero mi hogar.
Lo que comenzó siendo una afición se convirtió en mi profesión, quizá nunca me sentí del todo cómoda con ella. La prensa, también de otros tiempos, me enseñó y me formó como profesional y como persona, pero dejar la fotografía profesional y volver al juego, al placer es lo que me ha llevado a ser la fotógrafa que soy ahora.
Nuestro currículo como fotógrafos está hecho de fotografías, ellas dicen de nosotros mucho más que las palabras. Solo queda seguir el camino de la forma más sincera posible.