Comencé a tomar fotos cuando conocí a Isabel, mi pareja. Ambos teníamos 16 años y la fotografía nació de la necesidad de preservar fotográficamente esos momentos de verdadera felicidad del primer amor.
En mi trabajo fotográfico personal siempre fotografío en analógico y en blanco y negro por la sensación táctil que me proporciona una copia física donde la artesanía que la acompaña toma el ADN de su creador. Aportar individualidad, algo que considero importante en la fotografía de autor.
El B/N es motivado porque mi fotografía se basa generalmente en tres aspectos formales: la luz, la forma y la sencillez. Ese es el principal motivo de considerar el color prescindible ya que considero que puede distraer la mirada del espectador de los elementos antes mencionados. El cuarto oscuro, el laboratorio de fotografía, lo sigo considerando un lugar mágico. Un verdadero laboratorio de ideas. El hecho de pasar dos minutos en soledad observando nacer una copia en la inactínica luz roja es proceso enormemente reflexivo sobre el acto de creación.
En definitiva, me permite mejorar como fotógrafo.
Actualmente continúo trabajando en diferentes proyectos personales con el propósito de que cada una de las imágenes que lo integren sumen un todo. En una sola imagen, vemos un tema. En un proyecto, vemos un autor.
También imparto talleres fotográficos donde mi principal intención con los alumnos es intentar hacerles pensar, romperles algunos esquemas pre-establecidos y enseñarles a amar la fotografía de autor, siendo mi deseo cuando terminen el taller que regresen a sus casas con aún más interrogantes de las que tenían antes de empezarlo, pero también con un mayor deseo de fotografiar con una clara intención de búsqueda creativa. De ese modo la magia de la fotografía no se marchita. Este es mi papel como profesor.