El Viso del Alcor, Sevilla, 1970.
Totalmente autodidacta, comencé en la fotografía a mitad de los años 90 del siglo pasado con una cámara analógica, pero no fue hasta hace unos 9 años y después de un paréntesis de muchos años, cuando la retomo de nuevo y se convierte en una de mis pasiones y en un ejercicio de autoconocimiento. En esta ocasión es la fotografía de calle la que me atrapa desde el primer momento (fue como un flechazo, como un amor a primera vista), porque, entre otros muchos aspectos, la fotografía de calle te permite reflejar el devenir de nuestras vidas de forma natural, te permite mantener una relación más consciente y profunda con el entorno, te permite mantenerte alerta y concentrado, te permite ser creativo y transmitir…
Para mí la fotografía es magia que nos revela una realidad oculta o paralela y es el “Aquí y Ahora» lo que me atrae sobre todo, ese instante único, espontáneo y fugaz que sucede una sola vez, que no ha sido antes, ni será después. Hay que vivir el presente para captar lo efímero e intentar que perviva.